Palabras.
Que brotan de la lengua, que al desprenderse es
como si se talara una región natural de nuestro
cuerpo, el más sonoro y melodioso que poseemos.
De ella brotan palabras dulces o amorosas:
algunas tristes mojadas de agua salada que emana
de las ventanas del alma.
Las hay hirientes, aniquiladoras, crueles y hasta
indiferentes.
Otras son de las que vuelan, de las que queman,
o que mienten, o que alaban, que construyen o
destruyen.
Ya habladas, ya escritas, que sin la sinapsis de las
neuronas nada fueran.
Cuando te acarician los oídos, vienen de las
cuerdas vocales y las que siempre son menos y
vienen del corazón, son plasmadas deslizando una
pluma en una hoja, como ahora lo hago yo.
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